jueves, 31 de agosto de 2017

La espada de Welleran, de Lord Dunsany

Siempre resulta sano y refrescante, para el aficionado al género de fantasía, interesarse de vez en cuando por obras anteriores a los autores que han dado forma a los mayores tropos en este tipo de literatura. Leer cuentos o novelas escritas antes de Tolkien y Howard muestra perspectivas que pueden ser muy distintas a lo que esperamos encontrar en una historia de fantasía.

Por ejemplo, Lord Dunsany. En este libro, La espada de Welleran, se encuentra una antología de relatos diversos, algunos de ellos ambientados en la Inglaterra o Irlanda de su autor, mientras que otros se sitúan en un lejano pasado, quizá del oriente exótico que imaginaba Dunsany -además de otros escritores de su tiempo- quizá en mundos por completo ficticios. Estas otras son las historias que guardan mayor interés dentro de las que forman el libro.

Fue publicado originalmente en 1908, y hasta donde llego, la primera edición en España es de 1982. Posteriormente hay otra de Pulp Ediciones. Ignoro si en este último caso la editorial publicó una obra libre ya de derechos de autor o se limitó a aprovecharse del trabajo ajeno, como hizo con muchas otras de sus publicaciones. Por no decir todas.

Pero aquí la cosa va de Edward John Moreton Drax Plunkett, más conocido como Lord Dunsany -y efectivamente, era barón de Dunsany-. Ya se sabe que este autor anglo-irlandés fue una influencia para la obra temprana de Lovecraft, muy evidente en sus historias de las tierras del sueño como Días de ocio en el país del Yann. Quizá el de Providence incluía más detalles siniestros, pero la fuente resulta clara.

Dunsany es uno de esos autores en los que a menudo, el argumento de su relato es lo de menos. Lo importante es la descripción, la narración de lo exótico. La historia de Welleran y sus heroicos compañeros, y como ese relato basta para mantener a raya a los enemigos de Merimna, la ciudad que protegieron en vida y siguen cuidando tras su muerte. La detallada, minuciosa presentación de la rutina diaria del faraón gobernante en la ciudad de Babbulkund, cuya caída es una tragedia incluso para el profeta del dios que la provoca. La criatura feérica que deseaba ser mortal para compartir las costumbres más espirituales de los humanos, aunque para hacerlo tuviese que conseguir un alma artificial. Los esfuerzos de un héroe por destruir Allathurion, fortaleza invencible (salvo que Sacnoth la ataque).

Hay también historias de fantasmas, de ensoñaciones, y de viejos dioses. Todo ello en un libro breve en extensión, pero muy amplio en contenidos.

La prosa es de un estilo ampuloso, barroco. Apropiado para el deleite de la descripción. Son cuentos escritos casi al principio de su carrera literaria, muy anteriores a la más conocida La hija del rey del país de los elfos. Pero en esencia, se trata del mismo estilo, y una sensibilidad muy similar. El tipo de historia que ayuda a recordar lo que significa, o quizá lo que significó en algún momento, el término "fantasía".

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