viernes, 4 de octubre de 2013

Las extrañas aventuras de Solomon Kane, de Robert E. Howard

Hacía tiempo ya que no incluía algún título de Bob Dos Pistolas. Así que voy a comentar un par de cosas sobre esta antología, publicada por Valdemar en diciembre de 2003. Ha tenido alguna que otra reedición, además de una edición en bolsillo, así que no resulta muy complicado de encontrar.

Las extrañas aventuras de Solomon Kane recoge en sus páginas casi todo lo escrito por Howard sobre este personaje (queda fuera un par de poemas, fragmentos inconclusos y un relato no publicado en vida de Howard), un ciclo de relatos publicados originalmente entre 1928 y 1932, así que, al igual que ocurre con el Rey Kull, se trata de un antecesor directo de Conan.

Pero si en el Rey de Valusia vemos ya como se perfilan algunos de los rasgos del Cimmerio, no ocurre lo mismo, no de forma tan apreciable, con el puritano inglés que vive sus andanzas entre finales del s. XVI y principios del XVII.

Si la única toma de contacto con Kane ha sido la película de Michael J. Bassett, estrenada en 2009, quitaos eso de la cabeza. El personaje original tiene poco que ver con el interpretado por James Purefoy (No sé qué le pasa a la gente del cine, que cada vez que filman una película sobre un personaje de Howard, tienen que pasarse por la piedra el material original y convertirlo siempre en una venganza contra el asesino de su padre).

Solomon Kane es un aventurero errante, que viaja para, según piensa, destruir a los representantes de las fuerzas oscuras allá donde les encuentre, y ayudar o vengar a las víctimas de tales seres. En realidad, aunque no lo admite ni siquiera para sí mismo, lo que le mueve es el ansia de aventura, de viajar y vivir emociones.

El tono de las historias que protagoniza es más lúgubre que las de Conan. Tenemos los mismos elementos, hechiceros, razas prehumanas que hacen presa sobre los inocentes, viajes a lugares exóticos, como las regiones desconocidas de África... Pero todo ello de un modo distinto al despreocupado Conan. Kane es más consciente de la tarea que afronta, que no hace movido por la codicia, y de los riesgos que afronta, no sólo él, sino aquellos a quienes quiere proteger. Y lo hace de forma decidida y despiadada, sin permitirse distracciones, con una actitud casi fanática.

En realidad, resulta más parecido a Bran Mak Morn que a Conan, coincidiendo también en el estilo de sus relatos, más próximos al cuento de terror en muchos casos que a la fantasía heroica. 

El volumen , cuya traducción corrió a cuenta de León Arsenal, cuenta con doscientas ochenta y séis páginas, que se reparten entre el prólogo, los ocho relatos que conforman el ciclo de Kane y un relato adicional no relacionado con los anteriores, La sombra del buitre.

Los relatos tienen una media de calidad muy alta. Aunque hay alguno un tanto flojo por lo manido (incluso para su momento) de la trama planteada, como es La mano derecha de la maldición, hay otros realmente buenos. Sombras rojas y Alas en la noche son mis favoritos. En ambos casos, la personalidad de Solomon queda perfectamente definida, las historias son interesantes, con un ritmo muy bien llevado. 

Un detalle que he encontrado atípico en Howard es que en estas historias aparece algún personaje secundario, el chamán africano N´Longa, un poderoso brujo que, en su primera aparición, aúna fuerzas con Kane para vencer a un enemigo común. Algo parecido a La ciudadela escarlata, donde Conan ayuda a un hechicero para escapar a su vez de las mazmorras en las que ha sido abandonado para morir.

Pero en el caso de Kane, aunque al principio siente repulsión por N´Longa y su magia -considera obscena toda forma de hechicería-, más adelante se ve obligado a reconsiderar su opinión del viejo chamán. Y es que N´Longa hace su aparición en alguna historia posterior, ofreciendo en esta ocasión una imagen distinta; No es un hechicero que practica la magia negra, sino un chamán que cuida de su gente y trata de poner freno a los peligros que les amenazan. Eso resulta curioso, tanto por la recurrencia al personaje -no es algo muy frecuente, en Howard, sobre todo tratándose de un hechicero- como a ese tratamiento de brujo benigno, más sabio y abierto de miras que el héroe protagonista, más remarcable todavía por tratarse de un individuo de raza negra, quienes no solían salir muy bien parados en las historias pulp.

Alas en la noche es otro cuento que refuerza esa imagen, la de hacer un retrato positivo de los nativos africanos, aunque con una gran carga trágica.

Finalmente, tras los relatos de Kane, se incluye La sombra del buitre, cuento del que ya he hablado en otra ocasión, en referencia a la antología Espadachinas. Se trata, recordemos, de la historia que presenta a Sonia de Rogantino, la que sería rebautizada como Red Sonja por Roy Thomas. El relato, ambientado principalmente durante el asedio de Viena por parte de las tropas turcas, es una historia de aventuras muy entretenida, y con momentos muy divertidos. Pero no hay chainmail bikini, me temo. El personaje original no gastaba de eso.

Bueno, como ya sabéis, siento debilidad por los relatos de Howard. Y este libro cuenta con alguno de los mejores. No todos me parecen joyas, pero como ya decía antes, la media de calidad es muy alta. Para interesados en la Espada y Brujería, es una lectura casi imprescindible. O sin el casi.

2 comentarios:

  1. Aunque conocí al personaje gracias a la película, pude leer estos relatos antes de su estreno. Mi preferido es "Alas en la noche", que es como más... ¿verosímil? Me refiero a las motivaciones de los personajes, que me resultan muy creíbles.

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    1. Una buena historia esa, y coincido en los motivos por los que me gusta. El personaje está retratado con más detalle, de forma similar a Conan en La reina de la costa negra. De Sombras rojas me gusta más la atmósfera que se crea en torno al África legendaria.

      Un saludo.

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